lunes, abril 15, 2024

GREATEST HITS 337: AM I FORGIVEN (RUMER)

Escuchas esta canción antes de alcanzar la media mañana, sin que ninguna voz cercana se interponga en su manera de fluir en la cafetería en la que suena, y te preguntas en qué década estás, en que película, en qué mundo irreal. La respuesta rápida del móvil te lleva a Rumer, a quien una vez, ya ni recuerdas cuándo, le dedicaste el tiempo que duraba su primer disco, Seasons of my soul (2010). Allí estaba este tema, saludándote desde el primer segundo, llevándote a una comedia romántica de los años sesenta vista en televisión, envuelto en una manta en el sofá. Con qué facilidad canta esta chica, esta británica nacida en Pakistán a quien no volviste a prestar atención. Como dicen es cierto, bien podrías cerrar los ojos y acordarte de Dusty Springfield, de Carole King, de Karen Carpenter. Am I forgiven presentaba a Rumer, suave y esponjosa, un caramelo inadvertido.

miércoles, abril 10, 2024

VOLUME ONE 660: OHIO PLAYERS (THE BLACK KEYS)


Sin previo aviso, creí que el nuevo álbum de los Black Keys, por su título, rendía tributo a los Ohio Players, del mismo modo que aquel pantanoso Delta Kream se adentraba en tesoros del profundo blues para rescatar nombres y canciones con el filtro grasiento y contagioso de la sociedad Auerbach-Carney. Pues no, este Ohio players (Nonesuch, 2024) son el dúo de Ohio de nuevo en sintonía tras su reencuentro de hace cinco años para perpetrar otra fechoría musical con las que tan despiadadamente crean adicción.

¿Y qué hay de nuevo? Más de lo mismo, puedes pensar, aunque adviertas matices, sonidos, géneros que entran con descaro o asoman con sigilo, aportaciones invitadas (Beck en medio disco, Noel Gallagher), canciones que se te quedan pegadas y tardas en quitártelas de encima (Beautiful people (stay high), Paper crown, la irresistible versión de I forgot to be your lover). Dan y Patrick en su salsa, un batido refrescante de blues, soul, pop, rap y jugoso rock and roll. Garantía de Black Keys.

Nota: 8/10

domingo, abril 07, 2024

VOLUME ONE 659: ALL NOW (THE STAVES)


All now
, el tema inicial de All now, deja entrar poco a poco cada instrumento, con sutiles salpicaduras que aumentan su intensidad hasta alcanzar una fase de euforia contagiosa, ese "happy new year" que da ganas de gritarlo frente al mar al borde de un acantilado. Las voces de Jessica y Camilla Staveley-Taylor atraen cada nuevo sonido para que se acoplen todos juntos de forma acompasada, transmitiendo la sensación de llegar a un momento pletórico. Algo parecido ocurre con el tema final, You held it all, pero resulta más natural, más íntimamente familiar en All now, una de las mejores canciones que regalará este año.

Emily se nos ha apartado a un lado para All now (Nonesuch, 2024), pero sus hermanas siguen sonando como un trío de cuya música quisieras empaparte. Esta vez, para su quinto álbum, The Staves se instalan en un confortable ámbito pop de ráfagas electrónicas que, sin embargo, no parece distanciarse mucho de las brisas folk de sus primeros trabajos. Hay algún coletazo más crispado, un par de gemas nostálgicas y delicias balsámicas elaboradas con el armonía de la complicidad familiar.

Nota: 8/10


viernes, abril 05, 2024

KC 30


¿Dónde estabas, qué hacías cuando... (el equipo de tu ciudad ganó la Liga, o se le escurrió entre los dedos el billete a la final de la Champions)... cuando Kurt Cobain se salió de este mundo? Nunca me he parado a pensar en ello, aunque sé dónde estaba y qué hacía, hoy que lo pienso. El calendario (y un buen artículo de un periódico) nos recuerda que el hombre se voló la cabeza hace 30 años, se consumió antes de desvanecerse; dejó un cadáver devorado para el club de las leyendas del rock, un recuerdo que décadas después no puedes eliminar de una patada, una huella (él y la música que nació de su banda) que hoy subyace (apagada pero aún viva) como inspiración, como arrebato, como salvación.

Era entonces universitario, a mano para estar informado solo tenía periódicos al llegar cada mañana a la facultad y las noticias en la radio o en la televisión de la residencia de estudiantes. Allí vimos las imágenes, seguimos las crónicas, escuchamos las reacciones, compartimos el luto de quienes adoraban el mensaje de aquel chico desastrado, infeliz. La vida sigue.

No ha vuelto a haber otra banda como Nirvana, ni la habrá capaz de transmitir un estado de ánimo a una amplia audiencia. Como Kurt Cobain sí habrá más, los hubo antes y le sucedieron después, muy pocos con tal poder de pervivencia, de presencia espiritual. Cada cual arrastra su angustia a su manera, su frustración, el nihilismo, la drogadicción, los caminos sin salida, la perdición... hasta anticipar la muerte.

miércoles, abril 03, 2024

BOOTLEG SERIES 123: DAWN Y LA MUJER LIBRE


Desenterrar tesoros antiguos o encontrar joyas perdidas produce un excitante placer, el que persigue el curioso aventurero, el tenaz arqueólogo, a veces el escéptico pasajero a la espera de impredecibles descubrimientos. Uno puede ser este curioso tributo musical al que da forma Dawn Landes desde el homenaje a la lucha y la protesta de las mujeres a lo largo de las décadas y a través de las canciones. Hablamos de lamentos e himnos folk recogidos en un libro publicado hace más de medio siglo, The Liberated Woman's Songbook, del que Landes extrae una selección de piezas (11 de 77) para titular de la misma manera un precioso disco que dignifica la dignidad de esa lucha y el derecho a la libertad. Las canciones se fechan entre 1830 y 1970, y reviven cronológicamente arregladas de manera pura e íntima. Es poco más de media hora revitalizante y hermosa, una experiencia también, liberadora.

domingo, marzo 31, 2024

GREATEST HITS 336: JOLENE (DOLLY PARTON / BEYONCÉ)

La gran Dolly lo cuenta a todo trapo en la introducción de esta actuación: cómo surgió Jolene, una de esas canciones imborrables que nadie debe interpretar si no asegura estar al nivel del original. Qué dolor saber que existe alguien tan hermoso, tan hermosa, que te puede arrebatar lo que más amas. Dolly Parton clavaba esta canción siempre. Y Beyoncé, bueno, a su manera y con la libertad del poderío y la chulería que la acompañan, se inventa una más que digna versión. Lo hace en ese álbum NO country que acaba de sacarse de la manga, diverso y disperso, cautivador y agotador, largo e irregular, salpicado de algunas notables canciones como Jolene.

martes, marzo 26, 2024

VOLUME ONE 658: TIGERS BLOOD (WAXAHATCHEE)


"Uno de esos discos en los que todo suena tan bien..." Esta frase se ha dicho en alguna de mis conversaciones musicales de provecho, generalmente para ensalzar el buen oficio de la artesanía, aunque a veces la misma frase deja abierta una duda, un recelo hacia esa perfección técnica elogiada. Advierto estos matices al escuchar, y disfrutar, el último álbum de Waxahatchee. Yo no diría eso de que "suena todo tan bien...", que es cierto, me quedo con que suena simplemente bien.

Esta mujer, Katie Crutchfield (o su banda, que lleva el nombre del lugar en que se crió), se me atragantó en nuestros primeros encuentros. A partir de su disco anterior, Saint Cloud (2020), su música dio claridad a mi acercamiento, más estrecho en su proyecto Plains junto a Jess Williamson, y ahora más desahogado y acogedor en Tigers blood (Anti-, 2023), ejemplo de esas obras evolutivas que pueden provocar el rechazo en quienes alababan las piruetas iniciales y confirmar el aprecio de los que aplaudimos más (en general) la las líneas rectas o las curvas moderadas.

Katie canta como alguien de fiar, su banda es una capa protectora que da abrigo a piezas que alternan el arrojo con la templanza bajo la norma del medio tiempo equilibrado. 3 sisters, Bored, Right back to it o 365 reclaman más escuchas para celebrar su inmediatez. Waxahatchee es ahora más accesible, suena realmente bien.

Nota: 7,5/10 


domingo, marzo 24, 2024

BONUS TRACK 286: LIVING WITH THE LAW (CHRIS WHITLEY)


Apuntes.

Encuentro este disco al escandaloso precio de 2,5 euros, en el apartado de ofertas especiales (1x5 euros, 5x10) de una tienda que cada cierto tiempo renueva las existencias de segunda mano o sobrantes sin desprecintar de las que se nutre. A veces hay algún particular que se desprende de valiosas colecciones que ya no quiere poseer, donde es fácil encontrarse joyas inhabituales de ver al alcance de la mano. Pues este Living with the law aparece camuflado entre baratijas prescindibles en una edición con créditos de distribución en castellano.

Chris Whitley. Fue Kick the stones el primer tema que escuché de él, cuando Brad Pitt y Geena Davis comenzaban a destrozar el mobiliario de una habitación de motel embriagados de lascivia en aquella escena caliente de Thelma & Louise. Creo que aparecía en la cara A de la banda sonora, y años más tarde, cuando a Chris ya lo había matado un cáncer de pulmón, sus discos llenaban un generoso espacio en mi cajón de la letra C.

Living with the law (1991), el primero de sus álbumes, puso a Chris en el mapa de los músicos barnizados para el culto: raíces de blues regadas con folk y rock con el regusto metálico de una guitarra National. Reseñas de alto voltaje para un desconocido de las audiencias. Daniel Lanois se le presentó como padrino, se lo llevó a Nueva Orleans y lo puso en manos de Malcolm Burn para pulir un primer capítulo intrigante, seductor, como el propio Chris Whitley... uno, sí, de esos grandes olvidados.

martes, marzo 19, 2024

VOLUME ONE 657: HAPPINESS BASTARDS (THE BLACK CROWES)


¿Qué te puedes esperar de este reencuentro? ¿Hay motivos para desconfiar? ¿Puede el presente recuperar la gloria del pasado? ¿Nos resignaremos a creer de nuevo que cualquier tiempo lejano (para ellos, para nosotros) fue mejor? Queda la fe, hay fe.

La noticia es buena, que dos hermanos que ni se han hablado durante años se hayan reconciliado por gracia del rock and roll. El retorno, ese reencuentro, es también nuestro. Son pero no son: quedan solo ellos del origen, pero sí, son los Black Crowes.

Happiness bastards (Silver Arrow, 2024) es lo que pervive de los cuervos, aquella banda de rock que huía de las tendencias a comienzos de los noventa y que, Chris y Rich mediante, sigue apegada a su esencia camino de la mitad de los veinte. Esto es rock: raíz, tallo, ramas y hojas.

¿Esperábamos un sobresaliente? Me conformaba con un notable: es notable. ¿Un descendiente tardío de Southern Harmony..., de Amorica? Aquello era dinamita, esto es pólvora de largo alcance. Atrás queda el barrido de la explosión, la onda expansiva; ahora tiemblan los cimientos sin derribar el edificio.

Quizá ya no nos quedemos con las canciones sino con este par de señores agitándolas. Suenan bien (como antes, como las de antes) Bedside manners, Wanting and waiting, Dirty cold sun y Follow the moon. Las coristas nos levantan. Son rocosos, grasientos, tabernarios. Nada se estropea. Vivamos este presente, enchufados con la electricidad duradera de The Black Crowes.

Nota: 7,5/10

jueves, marzo 14, 2024

SOUNDTRACK 280: MARGARET QUALLEY

Quédate con esta cara, con esta chica, con esta actriz... me dije al descubrirla en Érase una vez en Hollywood: hacía el ganso en la acera esperando a que alguien la llevase a alguna parte, tonteaba con Brad Pitt, subía a su coche y lo conducía hasta la comuna del diablo. Una gacela con más de media piel al descubierto, salpicadas de colores en lo poco que la cubre, los gestos de pilla en un rostro infantil, una mirada que iba más allá de la seducción hacia terrenos prohibidos. Margaret Qualley. Después supe que es hija de Andie McDowell. Y la vi más decorosa, más tierna, como aspirante a escritora en otra película. La he vuelto a ver, transmitiendo siempre un encanto genuino, sin arreglos ni aristas, el que surge de la pureza, el que la convierte en una presencia adorable que amas como a una hermana, una amiga íntima, una novia fiel. La ves bailar en el vídeo de alguien a quien apenas conoces, retorcerse como un cisne revoltoso, la sonrisa preparada para atraerte a su cuerpo flexible, a un rostro fascinador. Margaret Qualley. (Caramba, ahora me entero de que el muchacho que se reconforta en los abrazos de la chica al final del vídeo es su cónyuge.)

martes, marzo 12, 2024

SOUNDTRACK 279: STOP MAKING SENSE

"Éramos realmente buenos. Qué lastima de banda."


El titular se imprime a raíz del 40 aniversario de aquel filme, aquellos conciertos, que el cineasta Jonathan Demme y el grupo Talking Heads grabaron y montaron para dar como resultado Stop making sense. David Byrne entraba en escena con una guitarra acústica, una percusión electrónica grabada en un magnetófono y comenzaba a cantar Pyscho Killer con el fondo de bambalinas de un teatro a la vista. En los temas siguientes se iba sumando un miembro más del grupo hasta completar la formación de los directos de aquella gira, un total de ocho componentes. Fueron cuatro conciertos seguidos a finales del 83, en Hollywood, en el ecuador, y apogeo, del tiempo que estuvieron unidos los Talking Heads... un grupo que (llámenme lo que quieran) nunca me pareció realmente bueno, y al que sigo sin encontrarle la gracia, con la excepción de tres o cuatro canciones.


Matiz a estas frases: sí, es justo decir que eran buenos, y a mí ni me gustaban ni me gustan; como, digamos, que películas como Oppenheimer o Anatomía de una caída son buenas en realidad, pero a mí no me gustan. Vale la comparación para decir que unas y otros (los Heads, estos con su electrizante batido de funk, pop y art rock, mezcla que dio contornos a la escena new wave) acaban por resultar extenuantes, empachosos. Una película como Stop making sense transmite ese dualidad que a algunos sentimos con este grupo: los TH forman una comunión vibrante y atrevida cuyo pulso acaba por ofrecer una explosión de agotamiento.

viernes, marzo 08, 2024

VOLUME ONE 656: VISIONS (NORAH JONES)


Quienes admiramos a Norah Jones sentimos que cada uno de sus discos nos transmite la sensación de un regreso al hogar, es como el reencuentro con un ser querido al que añoramos demasiado. Hablo por mí, claro, me atrevo a hacer colectiva mi experiencia. Nos (me) puede el aprecio incondicional, y si alguna vez nos (me) falla le perdonamos (le perdono) la decepción, el disgusto... Pero no, Norah no (nos) falla. Es esa amistad infalible, esa hermana del alma. Queremos a Norah Jones una vez más en las visiones de su nuevo álbum, el bienestar que nos regala una gran anfitriona.

Nuestra querida artista abraza en Visions (Blue Note, 2024) una atmósfera pop que, cuando le apetece, se inclina a superficies de soul: viento en segunda línea, sedosos coros femeninos. Parece por momentos regresar al entramado hipnótico que de la mano de Danger Mouse hacía tejido en Little broken hearts (2012), mas es un amago para despistar porque el álbum se acomoda en una confortable, que no facilona, armadura pop decorada de melodías finas, percusión deslizante y tiernos escalofríos que salen de una guitarra entrometida. Sobre todo ello, la voz reposada y abierta de Norah, los dedos estilizados sobre el piano, sus deseosos uuuuh uuuuh, diciéndonos cosas tan simples y tan puras como "todo este tiempo pienso en ti", "no quiero hablar de ello, solo quiero bailar".

Nota: 8/10


jueves, marzo 07, 2024

GREATEST HITS 335: GERONIMO (TEN TOWERS ft. FIORDY)

No les puedo contar mucho del responsable de esta canción. Lleva la firma de Ten Towers, tras la cual se esconde un tal Sebastian Forslund. No estoy seguro, la verdad, pues la pista de este grupo/artista entra y sale, desaparece en cuanto se le busca, son escasos los datos firmes, y la música salpica alguna plataforma con más Ep que largas duraciones. El caso es que un día me tropiezo con esta canción, Geronimo, y (seguro que a ustedes les pasa muy de vez en cuando) me siento atrapado en ella, dentro de su aura entre la húmeda vegetación de un bosque en otoño. No sé bien qué hechizo tiene, uno que te reconforta con el entorno y del que sientes que podrías vivir siempre con él.

miércoles, marzo 06, 2024

VOLUME TWO 123: THE CRYSTALS

No es raro confundirse, ver una imagen como la de la izquierda y preguntarse de qué grupo femenino se trata: ¿las Ronettes, las Shirelles, las Crystals, las Supremes, las...? En este caso la respuesta es The Crystals, que no tenían una poderosa voz o presencia al frente como otras bandas vocales de chicas contemporáneas tan lejos como en los años sesenta, pero dejaron para el recuerdo algún que otro hit que trascendió aquellos días y nos acompañó en diversas fuentes los años siguientes. El suyo fue la preciosa, contagiosa, Then he kissed me, sin descartar en menor medida Da Doo Ron Ron o There is no other like my baby.

Ahí las tenemos, estas chicuelas vestidas para la graduación del instituto, futuras madres ejemplares, amigas del barrio que en los callejones (en Brooklyn se encontraron) se juntan para cantar y tontear con algún chico. Fueron una de las primeras bandas que produjo y amparó Phil Spector, cuyo muro sónico inconfundible se advierte en unos cuantos de sus éxitos. Como muchos de aquellos grupos parecidos, su historia quedó relegada a lo anecdótico, a la brevedad de sus canciones, y presenta lugares comunes en su desarrollo hasta su final disolución: cambios de formación, olvido del productor, urgencias mayores en la vida de cada miembro.

Al escuchar tantos años después de su breve auge a The Crystals es imposible no sentirse un poco ingenuo, soñar con aquellos bailes de una juventud que vimos en las películas y creer que el mundo era maravilloso.